Había encendido el horno para preparar unas gustosas caballas, que iba a servir con varias verduritas para compensar la sequedad del pescado, cuando de repente se me ocurrió una manera de aprovechar el calor del horno.
Anoche sobró ‘algo’ de tartare de salmón, un plato clásico de los fines de semana porque suelo comprar el salmón entero para ahumar las colas. Saqué de la nevera una hoja de hojaldre (rectangular), dispuse unos montoncitos de tartare en mitad de la superficie y cubrí con la otra mitad. Un poco de presión en los bordes y con el cortapasta los raviolis estaban hechos, listos para hornear.
Se pueden servir con una ‘salsita’ de salmón ahumado, por ejemplo. Chafa un poco el hojaldre pero el plato queda bien y gustoso. O se pueden comer tal cual, como aperitivos.
Nunca me ha gustado desperdiciar comida, y menos aún en época de crisis: ha sido una manera original e incluso sabrosa de aprovechar un producto fresco y sano empleando sólo unos cinco minutos.
Pronto, la receta del tartare de salmón.