Nunca he sido un estimador de la pasta filo. Me parece difícil de manejar, y si tienes que ponerle mantequilla derretida entre las capas las calorías se disparan.
Sin embargo hay excepciones.
Se puede triturar un queso tipo Camembert o Brie con unas nueces y algo verde para darle color, perejil o albahaca (yo prefiero la segunda), y un chorrito pequeño de aceite. Se podría hacer también con requesón, pero me parece que va a salir demasiado mojado y deberíamos ponerle pan o parmesano para neutralizar, y no se nos haría suave. Salpimentamos al gusto.
La masa resultante es compacta, la distribuimos en hojas de pasta filo dobladas una vez si queremos cannoli largos y dos si queremos bocaditos más pequeños. Cerramos los paquetitos y le ponemos aceite de oliva: muy poco, e impregnamos bien la pasta filo.
Así, ponemos a calentar una sartén a fuego bajo y le ponemos los cannoli para que se doren poco a poco, unos minutos por cada lado. Nuestro objetivo es conseguir que el queso se derrita sin que el envoltorio se acabe quemando.
Se puede servir con salsitas dulces o mermeladas, o también alguna salsa de yogurt.