La cebolla cruda es un gran invento para cualquier tipo de cocina, pero no siempre podemos disponer de género en condiciones.

Si tenemos cebolla fresca, y queremos comerla cruda, la cortaremos y la pasaremos por un cuenco de agua fría para quitarle el excesivo picor.

Lo que sobre se puede guardar en el frigorífico pocos días, pero lo podemos congelar para reutilizarlo cuando nos apetezca.