Una receta dedicada a Patricia, la instructora de tiro de mi hijo Tomás, estimadora de la cocina italiana y siempre a la búsqueda de nuevas recetas, pero sin tomate. Y es que el tomate no es imprescindible a la hora de condimentar la pasta.
La demostración está aquí: una pasta muy sabrosa con berenjena y pesto.
En primer lugar se corta en dados la berenjena; recuerda utilizar el cuchillo «panero» para ello: la piel de la berenjena acaba muy pronto con las prestaciones de los demás cuchillos.
Se pone a hervir el agua en una olla bastante grande y se pone la berenjena y la sal. Así perderá el amargor y se quedará tierna. Unos cinco minutos serán suficientes. Se añade entonces la pasta corta: la mejor opción tiene el nombre de PENNE BARILLA o PENNE DE CECCO, las dos marcas italianas que se encuentran sin demasiados problemas en España. Los fabricantes nacionales hacen buenas pastas, a veces, en la pasta al huevo seca suelen conseguir resultados notables, pero en este tipo de pasta queda mucho camino por recorrer.
La pasta absorbe de esta manera no sólo el agua, sino también el sabor de la berenjena. Cuando la pasta esté hecha (poco hecha, «al dente», por favor) se escurre y se pone en una fuente, o incluso en la misma olla vaciada si no queremos ensuciar más cosas, y se añade el pesto. Puede ser pesto preparado, para evitar complicarse: el mejor en absoluto es el Rana, pero una buena salsa y mucho más barata es la de la marca blanca Carrefour. Evitar la Hacendado porque el uso del ajo es francamente excesivo, y controlar siempre que el aceite utilizado sea de calidad. En el pesto de Carrefour yo suelo añadir unos cuantos piñones picados en el mortero, es el componente más caro del pesto y para abaratar los costes ya sabemos qué ocurre.
Esta receta es para disfrutar de la naturaleza.